Para los que trabajamos en el mundo de la comunicación y la publicidad, dividir al público objetivo en bloques generacionales nos ha permitido establecer características afines y actuar en consecuencia, adaptándonos a sus particularidades, necesidades, ruegos y demandas. Es evidente que el contexto vivido es muy diferente en cada época y marca de maneras muy dispares, por lo que la forma de llegar a cada una de estas generaciones nunca deberá ser la misma.
En los últimos años, los grupos poblacionales que han guiado el camino han sido los Baby Boomers (1945-1964), la Generación X (1965-1981) y, cómo no… los Millennials (Generación Y, 1981-1994), bloque más que estudiado por considerarse “el futuro” en todos los sentidos. Sin embargo, últimamente no paramos de toparnos con artículos y publicaciones centrados en la última letra del abecedario: la Generación Z.
Nos hemos enfocado tanto en el futuro a corto plazo, en conocer a “los Y” y darles gusto con el fin de retenerlos, que no nos hemos dado cuenta de que los nacidos a partir de 1994 vienen pisando fuerte y nos han convertido (a los Millennials) en una generación en transición.
¿Serán “los Z” los llamados a establecer nuevos paradigmas? En efecto. El pasado mes de abril, Deusto Business School presentó la segunda parte de su estudio sobre los jóvenes de la Generación Z. El informe, titulado El dilema, mencionaba las seis grandes características que definen a “los Z”: digitales, emprendedores, comprometidos, marquistas, autodidactas e inconformistas. Y, añadían una séptima: contradictorios, por su comportamiento de cara a la sociedad, al mundo laboral o en sus hábitos de consumo.
Y, pensaréis…. Tampoco hay mucha diferencia con los Millennials. Pues sí, la hay. Esta nueva generación se topó muy pronto con la recesión económica, unas expectativas laborales desfavorables y un mundo marcado por el terrorismo. Ha estado expuesta al boom de la ecología y el consumo verde y, sobre todo, ha nacido con las nuevas tecnologías bajo el brazo.
Todo esto ha hecho que estos jóvenes se preocupen mucho más por su entorno, sean emprendedores, estén acostumbrados a desenvolverse en un contexto uniforme en el que el cambio es la norma, sean mucho más críticos y discriminantes en cuanto al sistema vigente actual, y sobre todo, estén continuamente hiperconectados.
Precisamente, esto último, sea lo que más les ha marcado y de cuyos vicios más podemos aprovecharnos los del gremio a la hora de dirigirnos a ellos:
– Multicanales. Saltan de una plataforma a otra. Así, las estrategias a seguir para llegar a este público deberán estar presentes en todos los canales y plantearse de forma unificada. Destaca, en este caso, su predilección por medios audiovisuales como YouTube.
– Les pirran las redes sociales. Eso es innegable. Su participación es muchísimo más alta que la de cualquier otra generación. De hecho, ya no se informan a través de medios de comunicación convencionales, sino mediante la agilidad que les proporcionan estos canales.
– Quieren ser los protagonistas. Buscan experimentar, sentirse parte del proceso. No buscan la viralización, quieren crear contenidos propios y de valor, ser ellos los propios embajadores del producto. En concreto, les gusta colaborar con las marcas usando tecnologías de retransmisión en vivo.
– Dan mucha importancia a las opiniones de terceros. Antes de adquirir un producto, ya sea por Internet o en tienda física, lo primero que hacen es revisar los comentarios respecto al mismo. Sobre todo si se trata de la opinión de uno de sus influencers de cabecera.
– Tienen distintas pautas de consumo. Las marcas que más triunfan entre “los Z” ofrecen un producto a su gusto con un precio asequible, dejando en un segundo plano la calidad, y tienen capacidad para dar respuestas inmediatas. La reputación y ser una empresa respetuosa con el medio ambiente es también uno de los aspectos que más valoran.
– Interés por aprender. Dado su carácter emprendedor, son muy receptivos a las herramientas DIY (Do It Yourself). Es el caso de los tutoriales, los vídeos educativos o las comunidades asociadas a una marca o producto.
Por tanto, es imprescindible repensar modelos, ser más innovadores y empáticos y, sobre todo, construir marcas sólidas. El mundo se transforma y hay que asumir que el cambio lo mueven las generaciones, en este caso la Generación Z.