Esta semana leía que la crisis provocada por el COVID-19, como cualquier otra crisis, un día se irá y solo se podrán reactivar los sectores económicos con un equipo experimentado, cualificado y, sobre todo, motivado. Si ya por naturaleza es complicado conseguir un equipo proactivo y fiel, con la nueva normalidad, trabajando en remoto y en condiciones laborales diferentes, lograr un equipo cohesionado, con liderazgo y comprometido se convierte en un nuevo reto que afrontar.
No cabe duda de que la situación de excepcionalidad de 2020 nos presenta nuevos escenarios a los que tenemos que hacer frente: equipos que trabajan de forma híbrida, nuevos canales de comunicación, pérdida del face to face, mayores dificultades para conciliar, hábitos en el trabajo modificados, nuevas condiciones laborales, etc. Y todos ellos afectan muy directamente a la cultura corporativa ya establecida y a las percepciones de los empleados. Según una encuesta realizada por Institute Internal Communication (IoIC) de Reino Unido, con motivo de la crisis del COVID-19, el 71% de los 483 encuestados reconoce un «aumento significativo» de las cargas de trabajo, por lo que, es lógico pensar que la “comprensión” tendrá que ser un valor añadido en la estrategia de comunicación interna. O, por ejemplo, casi dos tercios (65%) creen que ahora los líderes buscan en la comunicación interna un apoyo. Este dato no hace más que corroborar la idea de que la comunicación interna ha dejado de ser una opción para ser una necesidad.
A todos estos cambios también se suma la incertidumbre. No podemos obviarla y debemos combatirla. Por ejemplo, el teletrabajo resulta, hoy en día, una incógnita. Unos hablan de que ha venido para quedarse, otros de que simplemente promoverá la flexibilidad en las empresas sin llegar a ser un modelo. Sin ir más lejos, este fin de semana, El Confidencial publicaba una información sobre cómo diversas multinacionales -LinkedIn, Facebook, Twitter, Amazon o Ikea- ya están apostando por este sistema. Pero lo cierto es que, aunque implantar un modelo híbrido o de teletrabajo permite conseguir esa flexibilidad soñada, también se corre el riesgo de enfriar el sentimiento de pertenencia o que se den circunstancias como que los niveles inferiores de la plantilla se sientan más alejados de la dirección, algo que ya se estaba minimizando con modelos de plantilla más trasversales y menos jerárquicos.
Ante este escenario, es razonable pensar que, si cambiamos la forma de trabajar, también deberíamos cambiar la forma en que la empresa se comunica con sus empleados y, por tanto, surja la necesidad de ajustar las estrategias de comunicación interna.
Ahora la clave está en cómo hacerlo. Sin duda, los primeros pasos serán:
- Crear una estrategia creativa y directa. Cuanto mejor contenido generemos, mejor llegarán los mensajes.
- Tenemos que conquistar a nuestro público, nuestros compañeros de trabajo y, para ello, nada mejor que desarrollar mensajes positivos y llenos de energía.
- Generar experiencias siempre será uno de los grandes aciertos. A todos nos gusta vivir nuevas sensaciones.
- Apostar por la multicanalidad. Porque lo digital se ha convertido en el “compañero de viaje” imprescindible para alcanzar a toda tu comunidad en cualquier momento y desde cualquier lugar.
Y, por último, no hay que olvidar dos cosas: transmitir siempre los valores corporativos y prestar atención a posibles crisis internas.
Pero este solo es el punto de partida, ahora toca mover ficha y adaptar la estrategia.
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